··········Con tantas revisiones de historias, el encontrar de vez en cuando un argumento original ya es de agradecer. Además, éste me parece un tema interesante: ¿hasta dónde puede crearse un proceso de socialización limitado a una familia cerrada, sin que el resto de la sociedad ejerza su influencia?, ¿por dónde quebrará el artificio de tres –cuatro- hijos educados exclusivamente por sus padres, encerrados y sin comunicación exterior?
··········En la peli esa ruptura del experimento (en realidad no es tal, sino más bien el producto de una psicosis –yo diría que materna, con un devoto amor marital por parte del padre) llega por los dos extremos: lo más social que tiene el ser humano, el lenguaje, y lo más íntimo, la sexualidad. La primera escena ya nos muestra un ejemplo de la dura tarea de la deconstrucción familiar del lenguaje social y poco más allá veremos cómo se ha diseñado el sistema de resolución del problema de la sexualidad. Si el dominio familiar del lenguaje social falla porque llegan filtraciones del exterior, el control de la sexualidad falla por algo más significativo: sólo se ha previsto la necesidad de controlar la del varón, como si la de las chicas fuera necesariamente más fácil de sublimar.
··········Incluso para un tipo tan poco metafísico como yo, la peli está llena de ideas sugerentes. Sobre temas básicos como la autoridad familiar, las pulsiones controlables y las descontroladas, el miedo como el gran constructor de la vida en común. Pero también sobre temas quizás más banales, como la alteración de la percepción de tamaños y distancias cuando la educación se ha realizado en una situación de encierro: la caída y captura de aviones en el jardín me recordaba al Kaspar Hauser de Herzog (“…Dios contra todos”) defendiendo que un granero era mucho mayor que el gran castillo, ya que él había estado dentro del primero y le rodeaba por todas partes, mientras que el segundo estaba allá al fondo.
··········Una historia así de rarita, en manos de muchos otros habría sido un peñazo de difícil digestión. Pero ésta está filmada con mucha inteligencia, con claridad, con actores competentes que no se dedican a intentar transmitir metafísicas –a mí sólo me parece que flojea un poco la vigilante de seguridad-, con un ritmo tranquilo pero constante, con la capacidad de mostrar a la vez un espacio cómodo y unos límites ciertos y terribles en el miedo que provocan. Los repentinos e intensos brotes de violencia pueden recordar a los de “Funny games” en lo que tienen de chocantes y desasosegantes, pero carecen de la gratuidad de los de aquélla.
··········En definitiva, una peli muy sugerente. Es inevitable percibir muchas de las cuestiones que plantea como símbolos de situaciones sociales cotidianas (sobre todo la cultura del miedo y la segregación de lo diferente, lo que ha escapado del sistema de pesas y medidas, como lo verdaderamente revolucionario). Eso sí, tampoco es una peli para cualquiera: sin que se pueda decir que sea aburrida en ningún momento (a veces incluso resulta cómica), uno debe ir a verla abierto de entendederas, sin pretender que te cuenten una historia verosímil en la que puedas empatizar con éste o aquélla.
··········Aparte de ello, qué curioso es oír el griego moderno (y, por motivos de la trama, en esta película los diálogos parecen de assimil). Gracias a la similitud de vocales con el castellano, se distinguen continuamente palabras idénticas a las nuestras con su sentido primigenio (como “paradigma” por “ejemplo”). Me recuerda a mi hermano al volver de Atenas, diciéndonos que había estado montado en una metáfora (autobús), yendo de éxtasis (parada) en éxtasis.