··········La vida exagerada de Lucio daría para un falso documental. Pero la realidad a veces contiene elementos que van mucho más allá.
··········Los directores nos contaban en el Documenta que han tenido que trabajar con poca documentación visual. Por ello, hay escenas reconstruidas, como la de la detención de Lucio en Le deux magots o los pasos de mugalari por Valcarlos. No obstante, esa escasez apenas se nota. La factura del documental es muy eficiente: se intercalan bien entrevistas, reconstrucciones, el propio Lucio sobre escenario en negro –tan ajeno a su ser-, las escenas actuales ocasionalmente. Si acaso, algunas repeticiones; pero a cambio, un buen envejecimiento de algunas secuencias, un buen material de animación para comentar las tramas económicas. Una gran claridad expositiva sin plegarse a una cronología estricta. Creo que no es sólo la potencia de la historia la que hace pasar tan buen rato, sino que hay oficio.
··········Pero es la historia de Lucio lo que realmente importa. Me parece un enlace curioso entre lo que fue el anarquismo combatiente de la guerra española (en una línea mucho más FAI que CNT, más vanguardia de pistolas que nudismo, esperanto y autogestión) y los movimientos actuales que los medios llaman antisistema pasando por la generación que provenía en cierta medida de mayo del 68 (la Rote Armee Fraktion y su versión japonesa, Action Directe, Brigate Rosse, los GARI, en cierto sentido Septiembre Negro …). Claro que su vida no se extiende tanto en el tiempo como para juntar 1937 con 2007, pero ahí está el Quico Sabaté y su influencia. Probablemente, lo que relaciona esos tres momentos de la resistencia frente al capital es la violencia decidida: en los treinta frente a un capitalismo muy violento, de pistoleros, palizas y golpes de Estado fascistas; en los setenta frente a la corrupción por el consumo de toda la sociedad; hoy día frente a la globalización de la mercantilización de toda la vida cotidiana. Aunque hoy –al menos por ahora- con algo más de inteligencia y más claridad de ideas sobre cómo usa el Estado la violencia contra él; aunque es tan fácil encontrar torpes los pasados años …
··········De Lucio no se ocultan demasiado las contradicciones, aunque tampoco los narradores se solazan en ellas (hay un total respeto por la persona y por su figura, pero no admiración que esconda nada). En todo momento, pero especialmente cuando se le cede a él la palabra hay como un fuerte déficit ideológico. No sé hasta qué punto es cierto; bajo su aspecto de cazurro paleto, Lucio bien podría ser un perfecto controlador de la información que emite, y si lo es, es un genio, porque su naturalidad es apabullante. Aún así, su simplicidad ideológica tiene esa belleza, esa estética de no saber quizás al dedillo hasta qué punto “los nuestros” son gente respetable, pero sí saber hasta qué punto “ellos” son la basura de la humanidad.
··········Pero, ¿basta la profunda y sustancial maldad del enemigo para que sea lícito hacer cualquier cosa? Lucio despierta la simpatía cuando falsifica toneladas de traveler’s checks de Citibank, pero es el mismo Lucio que anda moviendo armas y documentación para grupos que hemos dolorosamente aprendido hasta qué punto se alejan de la moral social y de los dereechos básicos. ¿Entonces?, ¿es lícito apreciar sin juzgar? Digamos que cada día se nos transmiten –y tragamos- glorificaciones y elaboraciones elogiosas de personas cuya catadura moral es muchísimo más baja que la de este albañil que cada día se levanta a hacer su trabajo, para dedicar luego su ocio a combatir al sistema.