··········Con pocos elementos en juego, con un blanco y negro muy puro, nada esteticista (salvo un momento de una bañera iluminada desde dentro ¿?), con una interpretación poderosa, pero más gestual y corporal que verbal, se obtiene, al menos en mí, una obra fría, hermosa, que me recuerda el Melville de “Le samouraï / El silencio de un hombre”.
··········También es cine negro, sin esos diálogos potentes habituales, pero sí con el problema habitual de una moralidad diferenciada de la socialmente correcta, un juego de poder que no se basa en el oficialmente reconocido, sino en el dios Dinero.
··········Me gusta mucho la sobriedad, la falta de trucos en la manera de hacerte empatizar con el protagonista, de desear que sus argucias finales funcionen.
··········(Si no la has visto y piensas verla, mejor no sigas leyendo a partir de aquí).
··········Conforme la veía me parecía que era un error de escritura de guión no dejarme entender con claridad las reglas del juego. A menudo sucede que un guionista, al tener completo en su cabeza el funcionamiento de un mecanismo, no escribe bien la suficiente información para que alguien que apenas tiene un ratito para contactar con la historia la entienda bien. Me parecía entonces que necesitaba para implicarme conocer las reglas respecto a temas como: ¿qué sucede cuando uno de los pistoleros no ha disparado?, si cae muerto antes de disparar, quien debía recibir su tiro ¿queda liberado?, o ¿saben todos los pistoleros que además de morir o ganar hay una tercera posibilidad para dos de los que llegan a cuartos? Quiero decir que, como son cosas que suponen la vida o la muerte, yo, el espectador, tengo derecho a saberlas. Pero ahora pienso que quizás está bien así; es la manera de evitar que la historia se convierta en una especie de ejercicio de estilo de guión, tipo, no sé, “Memento”, “Irréversible” o “El zulo”, de esos que parecen escritos bajo el lema a ver si soy capaz de . Quizás por tanto sea mejor esta opción de dejarte como espectador tan indefenso ante las reglas del juego como está el protagonista.
··········Otro de los elementos que hacen que me haya gustado es que tiene una lectura social (vaya, que yo le doy una lectura social): un grupo de personas, de muy diverso aspecto y catadura moral, pero todos igualmente esclavos de dios Dinero, convertidos en peones de un juego para un placer espasmódico, eyaculatorio, de los poderosos. Al fin y al cabo, como inmigrante georgiano en Francia, nuestro 13 está también sujeto a enfrentarse a otros pobres para que los ricos consigan una obra de albañilería más barata. También la salida, dinero, más dinero, supone asumir como propia la regla del juego de quien te está puteando.
··········Puntuación para la bitácora de Pierre Miró: 8.