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No sé si puedo criticar esta película porque al cabo de una hora me fui de la sala y no acabé de verla. Me fui por un tema de sonido: cada poco tiempo era imposible oir los diálogos porque el sonido saturaba y sonaba como cuando no encuentras la emisora de radio. Pero la verdad es que aproveché la excusa para escapar.
Presenta la peli el director (animado y optimista) y las protagonistas, muy nerviosos todos porque es la primera vez que se proyecta la peli con público, y el director nos insta a que al final le comentemos lo que nos ha parecido. Eso hace que el resto de la hora que intento ver la peli piense todo el rato en las pobres actrices y el director viendo el desastre en pantalla grande y observando las reacciones del público (bostezos, movimientos incómodos en las butacas, risas en momentos «profundos», gente que se levanta y se va).
En lo técnico, comentar que de por sí los diálogos apenas se entendían: sonido directo, mala dicción. El blanco y negro saturado, con muchísimo grano, hacía que las caras de las protas pareciesen de gotelé. Montaje lento y titubeante, como de amateur (o del propio director, no llegué a ver los créditos).
Y el contenido: una especie de road-movie en la que dos mujeres huyen sin destino concreto. Una vez más, la tesis ridícula de siempre: ellas se lían entre sí (ninguna de las dos es lesbiana) porque no tienen más remedio. Ambas han sido maltratadas y abusadas por hombres, por lo que no les queda otra salida que el pseudo-lesbianismo. Me pregunto si he visto alguna peli en la que se trate de explicar la heterosexualidad de los protas (obviamente no) o la homosexualidad de algún hombre provocada por el abuso y maltrato de las mujeres (otra vez no).
En medio de diálogos absurdos supuestamente poéticos o filosóficos (la vida, el amor, la identidad) en planos rebuscados tipo «Persona» de Bergman, aparece, horror: ¡un mimo!. Un mimo que imagino trataba de decirnos algo, aunque mi teoría es que un mimo en blanco y negro da la idea de que estás viendo algo de arte y ensayo, y ese era el único motivo de que estuviera ahí.
Las dos protas conocen a un hombre bueno (el hombre bueno), por lo que inmidiatamente una deja de interesarse por la otra. Y ahí me fui, cuando los ahora tres protagonistas charlan animadamente sobre marcianos mientras el mimo da vueltas por el campo y pone caras.
Discuto con la persona que me acompaña si las actrices sabrían en lo que se estaban metiendo o al leer el guión es imposible saber cómo va a quedar después. Para mi acompañante, ellas son tan responsables como el director. Yo, no sé por qué, pienso que debe ser difícil saber que de algo escrito puede salir algo así. Puede que incluso el mimo no saliera en el guión.
Lo mejor es que al salir y protestar por las lamentables condiciones del sonido que nos impedían ver la peli, nos dan un par de invitaciones para otra sesión sin tener que discutir demasiado (mucha gente había hecho lo mismo antes, por lo visto).