Bajo este título se proyectan tres documentales diferentes que tienen en común la temática: la homosexualidad en otros países o culturas.
El primero, «Trough our viewfinder», es un documental hecho en India por transexuales femeninos (hijras) que se dedican a la prostitución. Tras recibir unas lecciones de lenguaje audiovisual, son ellas mismas las que cogen la cámara y graban sus opiniones, discusiones, trabajos, etc. Lo más interesante para mí es el grupo de hijras en el que se cuentan la distinción entre operados o no operados (los segundos no se consideran hijras, son de segunda categoría, impuros), las diversas discriminaciones a las que se enfrentan, la descripción de lo que entienden por sentirse mujeres, cómo viven la prostitución. El documental se centra más en las opiniones de estas personas y no en las de los que discriminan, agreden o desprecian, lo que me parece mucho más interesante.
El segundo documental y para mí el mejor es «Cameroon: the coming out of the Knuta» (título que tradujeron como Camerún: saliendo del armario). Siguiendo a una abogada que defiende a los homosexuales encarcelados (en Camerún la homosexualidad es un delito), el documental nos habla de las vidas de varios chicos y chicas homosexuales a lo largo de un año. Un hombre encarcelado cuenta las violaciones sistemáticas que ocurren en la cárcel por parte de los funcionarios a los homosexuales; otro hombre es acosado por sus hermanos para que se case y forme una familia antes de que los vecinos lo maten por maricón; una pareja de mujeres, una de las cuales se tapa la cara, cuentan que en Camerún no existen las lesbianas; otra lesbiana de las que no existen se autodenomina lesbiana (es la única de todos los personajes que se nombra homosexual).
La abogada, con un sentido del humor que la permite trabajar en esto a pesar de la dureza con que se la trata, cuenta cómo pretende llegar al Tribunal Supremo alegando que la ley que se aplica en el caso de los homosexuales (un edicto -no sé si esa es la palabra- de un presidente) está en contradicción con la Constitución camerunesa. Esta mujer acude a los juicios (en los que se piden pruebas de homosexualidad mediante análisis del ano, lo que no está muy lejos de lo que se hace en España ante inmigrantes homosexuales que solicitan asilo), a la cárcel, a los colegios, explicando lo absurdo de esta ley y de esta discriminación con ejemplos brillantes que nadie parece entender. Y lo más interesante de todo: la estrecha relación que se da en Camerún entre política y homosexualidad.
Por último, «What´s the ucranian word for sex» trata de la homosexualidad, o más bien del lenguaje relativo a la sexualidad en un sentido más amplio en los países ex-soviéticos, empieza por Ucrania pero luego participa gente polaca, rusa, serbia, búlgara, etc. Con un formato más clásico, en el sentido de que los personajes están sentados y hablan a la cámara en primer plano, la autora es una especie de Vardà en lo negativo: sin el talento de ésta pero con su excesivo protagonismo, esa manera de salir ella o en los planos (pocos) o en la voz (hay una constante voz en off de la directora que nos cuenta las corrientes de su pensamiento en plan poético). Eso me da rechazo, así que no consigo conectar demasiado con lo que me cuenta. Si acaso con lo interesante de ver cómo en lugares tan diferentes como Camerún y Ucrania se tiene la misma idea de que la homosexualidad es «de los otros»: una perversión occidental, o capitalista, o blanca, según quién sea el enemigo.