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··········He vuelto a tener la sensación que me dio “Memento”: un tema original (que luego empezó a repetirse en otras películas, la pérdida de la memoria reciente) con un tratamiento que era un verdadero ejercicio de estilo, muy original, con dos secuencias temporales intercaladas, una de ellas en dirección anticronológica, separadas por el uso del color… En fin, ideas originales para un thriller que se sostenía bien. Siendo ésta otra una superproducción, y teniendo que cumplir unas reglas comerciales más rígidas (como supongo que habrá hecho Nolan en los Batman que ha dirigido y no he visto), el guión vuelve a ser una elaborada construcción en la que el tiempo vuelve a ser un elemento esencial.

··········Me gusta porque es una película entretenida y porque a ratos, la parte de efectos arquitectónicos, es muy vistosa, y la parte de aventuras muy eficiente. Pero sobre todo por el buen oficio al escribirla. El guión tiene una complejidad que, aunque nos exima a todos de dar y recibir demasiadas explicaciones sobre la máquina que permite que todo ello suceda, necesita de aclaraciones temporales de vez en cuando, que creo que están bien colocadas, dichas con naturalidad, y no como en esas pelis en que de pronto hay un parlamento que parece empezar con un “a ver, para los que se han perdido: …”.

··········Esa complicación de sueños dentro de sueños y la existencia de autorías diferentes en éstos (arquitecturas, proyecciones humanas subconscientes), normalmente impedirían hacer una buena peli de aventuras y a mí me parece que ésta funciona bien. Ahora bien –me suelo repetir mucho en esto, pero es que son ellos los que se repiten- se diría que a los yanquis les cuesta hacer cine de acción sin carreras de coches, con las consiguientes explosiones de gasoil, y sin muchos, muchos tiros (un letrero en los títulos de crédito dice que nada en la peli se hace a beneficio de la industria del tabaco; no hay un letrero similar sobre la industria armamentística). Sin embargo, cuando quiere, la propia peli hace escenas de acción y suspense que no se basan en eso (como la ingeniosa manera de hacer caer a unas personas al suelo cuando están en una situación agravitacional), pero la acción viene masivamente de tiros y coches chocando. Y, puestos a eso, habría que trabajárselo un poco más, para no tener que ver la escena mil veces repetida y mil veces inverosímil de un vehículo que recibe millares de impactos de bala sin que su movilidad se altere y sin que sus pasajeros sufran ni un coscorrón. O la inconsistencia de que, si uno puede llevarse al sueño las armas que quiera, en fin, qué sentido tiene el combate; o la de que unos profesionales de oficios no militares ni policiales puedan competir con éstos eficazmente.

··········Sin embargo, el tratamiento del tiempo de transcurso de la acción me parece muy sugerente y que tiene detrás mucho cine visto, sobre cómo hacer extensible el tiempo. Aquí –sin que yo explique demasiado- las cosas suceden en varios niveles simultáneamente, y en cada uno de ellos el tiempo del nivel anterior está multiplicado por veinte. Pues bien, así es como funciona el cine (vaya, no todo, digamos que Rohmer por ejemplo, no, g g g), dilatando y acortando la acción sin alterar su verosimilitud y su comprensibilidad.

··········Sobre el medio en que se desarrolla el tema en sí, los sueños, hay cosas que me parecen muy sugerentes, como el tótem, la agresividad de las proyecciones, los temblores. Me iba a quejar de que me usaran a Piaf en una peli así, comercial y de tiroteos, pero la verdad es que queda bien je ne me regrette rien, cuando se ha usado la sugerente idea (no necesariamente cierta, pero muy atractiva) de que, en caso de confusión, es la culpabilidad la que te permite distinguir el plano de lo real del onírico.

··········La película supera sólo las dos primeras condiciones del test de Bechdtel. Aunque hay discusión sobre el tema. En realidad, en buena ley tampoco supera la segunda, porque Ariadne está hablando con una proyección de Cobb.