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··········Bastaría con un Clooney cínico y encantador y unos diálogos acerados y filosos para que mereciera la pena verla. Aparte de eso, tiene canciones que me gustan. El eficaz montaje en las escenas que tienen que contar una peculiar manera de vivir. Y la originalidad de la historia.

··········Es cierto que, conforme se desarrolla la trama, se tiende un poco a curar o solucionar al personaje principal, una especie de corazón en invierno, no por lesión sentimental, sino por la sincera asunción de un sistema de valores que casi todos dan públicamente por bueno. Pero tampoco se deja que una cierta tendencia a la ñoñería anule del todo la verdad desagradable: mientras que él es un consecuente militante de la mochila vacía, para su compañera es una máscara, así que él llega tarde a la admisión de la necesidad del otro.

··········Dentro de que la peli es disfrutable en sí (sobre todo la primera mitad), a mí me interesa sobre todo el tema de la profesión del protagonista: servir de pantalla de las empresas para comunicar los despidos. Es revelador cómo se pueden mostrar unas docenas de despidos, y que los protagonistas los traten siempre como decisiones de relación personal. Hasta tal punto está destruida no ya la conciencia de clase, sino la mera consciencia de la existencia de clases. No es sólo que (¡hasta ahí podíamos llegar!) no aparezca en toda la peli, ni siquiera nominalmente, un sindicato. Es que ninguno de los despedidos enuncia claramente la realidad de que el despido no tiene que ver con el desempeño de su trabajo sino con el hecho de que se aplica la fórmula menos empleados => subida del valor en bolsa => más beneficios de los directivos en sus stock options. No se habla aquí de caídas de ventas, cierres de fábricas, contracción del crédito; simplemente esa frase de que “su puesto de trabajo ya no está disponible”.

··········Recordaba al verla el éxito del alucinante libro “¿Quién se ha llevado mi queso?”, que se vendió como churros como libro de autoayuda (y que regalaban las empresas en sus cursos de motivación), y que es el paradigma de la concepción neoliberal y mercatista de la vida, masticado y preparadito para deglutir. Pues algo así. La peli, que sólo muestra un verdadero perfil crítico en la cuestión de las relaciones personales afectivas, acaba con lo que es una burla: parte de los despedidos cuentan a la cámara cómo fueron capaces de levantarse y, por decirlo así, salir a buscar nuevos depósitos de queso (oh, sí). Menos la que se ha suicidado, claro; siempre hay aguafiestas conscientes estropeando la hermosa visión del mundo del capital.

··········El director es el de “Juno” y “Gracias por fumar”. Así que no ha habido aún una peli de él que no me haya interesado.